El pasado 26 y 27 de octubre se llevaron a cabo las elecciones municipales 2024, donde el candidato a edil por la comuna de Ñuñoa, Sebastián Sichel (CV), logró derrotar a la actual alcaldesa, Emilia Rios (RD), quien buscaba la reelección.
Sin embargo, diversos cientistas políticos han advertido una tendencia de polarización, donde hay cambios que reflejan la diversidad ideológica de sus habitantes. Según la politóloga de la Universidad Católica, Fernanda Gallardo, “la alternancia en Ñuñoa no solo responde a cambios en las preferencias de los votantes, sino también a su composición demográfica y socioeconómica, que mezcla sectores más conservadores con una creciente población joven y progresista”.
En 2008, el histórico alcalde Pedro Sabat (RN), fue reelecto con amplia mayoría, consolidando un liderazgo de derecha que se extendió por más de 15 años, quien posteriormente fue condenado a 61 días de reclusión menor por negociación incompatible. Sin embargo, en 2016, la comuna dio un giro hacia la izquierda con la elección de Andrés Zarhi, quien se postuló por la coalición de centroizquierda. Posteriormente, en 2021, Emilia Ríos, candidata de Revolución Democrática, marcó otro hito al convertirse en la primera mujer alcaldesa de Ñuñoa y consolidar el avance del Frente Amplio en la comuna.
Sin embargo, la comuna nuevamente experimenta un giro en el color político de sus líderes, ya que Sebastián Sichel se impuso ante Emilia Ríos con una diferencia de 46,85% vs 45,81%.
Fernanda Gallardo, explica que el impacto de esta alternancia política se siente no solo en el ámbito electoral, sino también en las políticas públicas de la comuna. Durante los gobiernos de derecha, se ha priorizado el desarrollo de infraestructura y seguridad, mientras que las administraciones de izquierda han puesto mayor énfasis en temas de educación, cultura y participación ciudadana. Esta diversidad de enfoques ha llevado a que los vecinos experimenten tanto beneficios como desafíos derivados de los cambios en la gestión municipal.
A su vez, Fernanda explica que uno de los principales problemas radica en la falta de continuidad en las políticas públicas, ya que cada administración llega con su propia agenda y prioridades, lo que puede traducirse en interrupciones o modificaciones drásticas de proyectos iniciados por la gestión anterior.
Otro desafío importante es el costo administrativo y organizacional que implican estos cambios. Cuando asume una nueva autoridad, suele haber una rotación significativa en los equipos municipales, desde los altos cargos hasta los niveles operativos. Esto no sólo genera inestabilidad laboral, sino que también implica una curva de aprendizaje para los nuevos funcionarios, lo que puede ralentizar el avance de los proyectos. Además, las diferencias ideológicas entre administraciones pueden dificultar el traspaso de información clave, creando brechas en la ejecución de políticas y aumentando el riesgo de ineficiencias.
Finalmente, los cambios políticos constantes también pueden profundizar la polarización entre los habitantes de la comuna. Con cada giro ideológico, se pueden intensificar las tensiones entre grupos que apoyan o se oponen a las decisiones municipales. Esto no solo afecta la cohesión social, sino que también puede entorpecer procesos participativos que requieren consenso, como la planificación urbana o la implementación de políticas de sostenibilidad.
Fernanda Gallardo, añade que esta fluctuación podría deberse principalmente a las características demográficas de la comuna. “Ñuñoa cuenta con más de 145,000 votantes inscritos, de los cuales una proporción significativa pertenece a los grupos etarios más jóvenes. Este segmento, junto a una población adulta mayor históricamente más conservadora, configura un panorama electoral dinámico”.
Además, el aumento de proyectos inmobiliarios en la comuna ha atraído a nuevas generaciones de profesionales y familias jóvenes, lo que también ha reconfigurado el perfil socioeconómico de la zona.